Toda decisión tiene sus consecuencias, y la del opositor no podría ser menos, aunque creo que es algo peculiar, me explico:
Cuando alguien decide trabajar en algo, independizarse, casarse, tener hijos,.... son decisiones, que afectan a una parte de la vida: ajustes económicos, ciertos cambios en la rutina, cambiar entornos de ocio,... pero no implica aislarse.
Y, no con ello estoy calificándonos como personas antisociales ni ermitaños que viven en cuevas en las montañas, pero no nos alejamos mucho de estos calificativos, puesto que algo de "eso" nos viene.
Nosotros los opositores, cambiamos, horarios, hábitos, incluso dietas (para que la digestión sea más ligera y no nos afecte al estudio), ocio (tenemos un día libre, si todo va como lo planificado) y queremos exprimirlo al máximo,... todo ello afecta a nuestras relaciones sociales donde todo el mundo tiene buenas o malas noticias, pero son asuntos "tan normales" que inundan el café o la cerveza del día libre... en cambio nosotros, sí nosotros lo opositores, nuestras conversaciones se reducen a pocas variables (y eso si alguien le interesa preguntar), puesto que nuestra repetitiva rutina hace que no seamos tan "preguntables": ¿cómo te va?, ya que ello implica hablar de lo que "para el resto" es aburrido -y lo entiendo, pero es nuestro proyecto de vida, nuestro día a día-.
Esta no es una reflexión nueva, ni una visión diferente para "nosotros los opositores", pero es una realidad que por medio de diferentes redes sociales me he dado cuenta, como una foto de IG (u otras rrss) con un pie de foto "Hoy cantamos", "Hoy se canta" "he aumentado de temas",... genera decenas de comentarios de otros opositores "ánimo", "a mi me toca también hoy" "tú puedes no te desanimes",... sí, es extraño como esta vida de opositor, puede acercar o recibir más calor o apoyo, de personas que ni si quiera conocemos (e incluso estamos compitiendo), que de aquellos que nos conocen toda la vida y nos quieren.
Hace semanas, unos de esos ratos libres de "tomar algo" (de socializarse) , mientras me contaban mis amigas - estaban ilusionadas, entusiasmadas, satisfechas y orgullosas- de unos cambios en sus vidas que iban a hacer, de hecho bastante importantes, piso, familia... yo escuché, pregunté, me alegré, me preocupé, me interesé porque son mis amigas, me importan y las quiero (aunque a veces no me entiendan). Pero a la vez, me dí cuenta que estaban compartiendo algo especial suyo, y yo, ese día que había acabado mi primer bloque de temario, no sabía como compartirlo para que no sonara ni demasiado entusiasta por mi parte, ni que fuera un dato sin importancia (que como los opositores sabemos acabar un bloque de temario es como si nos dieran una paga extra o nos compráramos un piso, algo que "celebrar").
Al final, decidí no contarlo, por miedo a que no fuera "tan celebrable", me quede sin compartir algo importante para mí, que había pasado en mi camino, en mi rutina de opositora, en mi proyecto de vida... mientras volvía a casa miré el IG, y leí lo que a otros opocompis les habían pasado en sus día de opositor. Me sentí más normal